El primer paso es que no te de apuro pensar en vender un reloj porque si hace tiempo que no lo usas, o crees que ya no es el estilo que te representa ¿para qué vas a seguir guardándolo?

Esta reflexión se da con mucha frecuencia cuando hablamos de otros bienes como coches, motos, etc. pero aun resulta algo chocante cuando se trata de relojes y sin embargo, el valor que podemos obtener por un reloj que no usamos puede ser mucho más elevado que el de un vehículo.

De modo que el momento de plantearse la venta de un reloj es cuando lleva más días en la caja fuerte que en la muñeca.

Cuando la decisión está tomada es importante investigar un poco. Será muy útil informarse sobre los siguientes aspectos:

  • ¿De qué año es mi reloj?
  • ¿Es un modelo que se sigue fabricando?
  • ¿Han salido modelos nuevos posteriormente?
  • ¿Es una marca de éxito en el mercado?
  • ¿Conservo el estuche original y los papeles del reloj?

Con todo ello nos haremos una primera idea acerca de la situación de nuestro reloj en el mercado.

A continuación, tenemos que decidir si queremos vender nuestro reloj a un particular (cliente final) o a un profesional (cliente intermediario). Lógicamente si nos decantamos por la primera opción podremos pedir un precio más alto que si lo vendemos a un profesional que a su vez lo tendrá que vender a un particular.

La venta a un profesional te ahorra tiempo, esfuerzos, posibles estafas, problemas con el comprador si al reloj le surge algún problema de funcionamiento, etc.

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